El pasado fin de semana hemos ayudado en la frontera entre Budomierz y Hruszów. Hemos llevado cuatro automóviles completamente cargados de alimentos, sopa caliente, viandas con comida lista para recalentar, agua embotellada y dulces para los niños. Gracias a la colaboración de la Fundación “Las Rąk” y de los donadores privados recibimos cerca de 5.000 sánduches. Recibimos también cobijas y bolsas de dormir. Del lado ucraniano del paso fronterizo, cientos sino miles de personas hacen larguísimas filas a pie. La cola de autos y autobuses es muy larga.
La multitud está compuesta principalmente por madres y sus niños, casi siempre muy pequeños, son mujeres de todas las edades. Hay también hombres, esposos que llevan a sus familias hasta el paso fronterizo donde se despiden de ellas para después regresar al frente. Uno de ellos, Ivan, nos pidió que tomáramos el volante de su auto y lleváramos su familia hacia el lado polaco de la frontera, donde un amigo los esperaba para llevarlos hasta un lugar seguro. Ivan debía regresar a Kiev para combatir. Antes de irse nos ha ayudado a transportar cosas pesadas.
Hay siempre más personas que llegan para formarse en la fila. Los niños llevan en sus espaldas mochilas llenas, no de juguetes sino de cosas necesarias para sobrevivir. Ellos son regularmente envueltos en cobijas porque en la noche la temperatura desciende incluso bajo cero. Las mujeres piden carriolas puesto que los niños pequeños están siempre en brazos. No duermen durante la noche porque deben cuidar a sus pequeños.
Todo lo que teníamos lo hemos entregado en el giro de unas pocas horas. Hemos distribuido entre los niños barras de fruta y dulces. Los adultos con el afán del cuidar a los mas pequeños no tomaban los dulces para si mismos. Hubo también un grupo de voluntarios ucranianos que han distribuido sopa caliente y té.
Mientras algunos de nosotros ayudábamos a las mujeres ucranianas con sus niños en la frontera, otros fueron a Leopoli a traer otras personas que hacia el lado polaco. Lo que aún podíamos hacer era ayudar a las mujeres con niños pequeños, que esperaban en la fila, desde hace ya muchas horas, a pasar la frontera más rápidamente. Hemos realizado varios giros. Algunos de los niños tenían solo pocos meses de nacidos. Las familias que transportábamos eran de Kharkiv, Kiev, Dnipropetrovsk y Lviv. Una mujer de Lisiczańsk nos enseñó una fotografía del condominio donde vivía, estaba totalmente destruido. Otra mujer traía un niño de seis meses de nacido que no paraba de llorar. Ella lloraba también, por la difícil situación y porque se sentía muy agradecida de recibir ayuda en su travesía para huir de Ucrania. Estábamos con uno de los exiliados cuando la vimos y nos acercamos, ella nos pidió una carriola.
Todos estaban cansados, asustados y tenían frío. Algunos de ellos tenían un lugar al cual llegar puesto que tenían amigos en el lado poco. A tantos otros los llevamos hasta un punto de acogida donde había una carpa abrigada, comida caliente y voluntarios que los asistieron en sus necesidades y les proporcionaron transporte y un lugar para quedarse.
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Fot. I. Błędowska